lunes, 11 de septiembre de 2017

Agosto: el mes de la literatura cuántica


*Este artículo apareció originalmente en el sitio achtungmag.com:

http://www.achtungmag.com/agosto-mes-la-literatura-cuantica/

Este mes de agosto que ya se acaba se celebran dos nacimientos determinantes para la literatura moderna: los de Jorge Luis Borges (el día 24) y Julio Cortazar (el día 26). Ambos, buscaron elevar el relato a la categoría de un arte maestro mediante la innovación técnica, las tramas sorprendentes y un empleo revolucionario del espacio y el tiempo. Sin lugar a dudas son dos representantes de aquello que se ha dado en denominar literatura cuántica. Si a ello añadimos que el 18 de agosto se conmemoró el aniversario del nacimiento del francés Robbe-Grillet, otro mago a la hora de quebrar el espacio-tiempo, puedo afirmar que el mes de agosto es el mes de la literatura cuántica. Ahora bien, parafraseando a Murakami, ¿de qué estoy hablando cuando hablo de literatura cuántica?

Desde 1995, el crítico literario Manuel García Viñó, venía publicando una serie de artículos sobre la novela cuántica —que él escribía con la letra Q, quántica— que cristalizaron en un texto fundamental, La novela relativista y quántica. Materiales para la construcción de una teoría aplicable a otras artes, publicado como un folleto por parte de la revista Heterodoxia, y prácticamente imposible de conseguir hoy en día.

El planteamiento de Viñó al respecto es muy simple:

“la novela, desde Cervantes hasta el siglo XIX, fue novela newtoniana. La novela propia del siglo XX y principios del XXI es y será novela relativista y quántica”.

Por ello, el tratamiento del espacio/tiempo es determinante en la novela cuántica, que alcanza mucho más allá de las analepsis y prolepsis —es decir flashbacks y avances súbitos en el tiempo— convencionales de la novela clásica. Se produce una unión entre futuro y pasado dando lugar al espaciotiempo o a lo que Maldonado Alemán en su estudio de 2006 titulado Günter Grass (Síntesis), calificó como pasapresenturo, un término atemporal grassiano que en las teorías de García Viñó es una característica inequívoca de la novela quántica:

“no hay espacio y tiempo, sino espaciotiempo. Como quiera que las perspectivas espaciotemporales, según la teoría einsteniana de la relatividad, son cambiantes, para expresarlas se necesita un nuevo lenguaje y una nueva estructuración del texto que implique al observador, esto es, al novelista y, en su momento, al lector (…) En el espaciotiempo, las cosas no ocurren, sino que, simplemente, son” (Viñó, 1995: 12-13).

El principal elemento que caracteriza este tipo de literatura es la abolición del tiempo como absoluto, un concepto desgajado de las teorías de la relatividad de Einstein. Si una novela es un pequeño universo que se contiene en sí mismo, y por extensión un poema o un poemario, incluso una obra de teatro, que se expanden con su lectura, y actualmente ha cambiado nuestra concepción del universo gracias a las teorías cuánticas, por ende, el pequeño universo literario ha evolucionado y mutado obligatoriamente a la par de esas innovaciones.

Porque aunque aquí estoy hablando de novela cuántica, es extensible a otros géneros. Así, encontramos poesía cuántica —el poemario La flor de la vida, de Heberto de Sysmo, o Mar de Chira, de Montserrat Doucet—, incluso teatro cuántico en El tragaluz de Buero Vallejo. Si estás interesado en leer algunos análisis míos sobre estas obras, puedes encontrarlos en los siguientes enlaces:



Si la mecánica cuántica aboga por la inexistencia del espacio ilimitado, que es posible retroceder en el tiempo y que hay infinitos universos paralelos, ¿acaso no estamos definiendo la estructura narrativa de la novela moderna? Muy recomendable, para adentrarse y poder entender estas teorías cuánticas, y otras muchas, es el libro de David Jou, Introducción al mundo cuántico: de la danza de las partículas a las semillas de las galaxias (ediciones Pasado & Presente).

La novela clásica es un relato de nacimiento, vida y muerte, ya sea de un personaje o de unos ideales, o de una empresa entendida como un intento de llevar algo a cabo situado sobe el tiempo lineal. La cuántica, acota un instante sin pasado ni futuro, es una visión fragmentada de muchos sucesos a la par, sin ninguna linealidad. El ámbito de la novela clásica es una parte del mundo, el de la cuántica, el universo.

Así, basándose en que la realidad no es aquello que los sentidos nos dictan, ya que el universo no se mueve ni obedece en función de las leyes de un determinismo newtoniano sino en función del principio de indeterminación, la concepción cuántica universal marcará de forma determinante la manera de ofrecer la realidad mediante el empleo del tiempo y del espacio puestos en perspectiva relativa. Espacio y tiempo se diluyen, comparten el mismo lugar, corretean mezclados para dar lugar a nuevos sucesos temporales en la concepción de la novela moderna. Con la desaparición del tratamiento clásico del espacio y del tiempo se dará lugar a otros fenómenos temporales que situarán a las novelas en un nuevo paradigma literario.

Me permito proponer como ejemplo de novela cuántica que trasforma desde ese punto de vista la perspectiva del espacio-tiempo, y que se instala en el nuevo paradigma, la obra Matadero Cinco (Anagrama), de Kurt Vonnegut, escrita en 1969.

Además, en esta nueva novela cuántica la idea del personaje protagonista se ha visto alterada gracias al perspectivismo y a la recreación de lo espacio-temporal. Ya no aparece un personaje central al estilo clásico, ya no se puede designar a un personaje central como el protagonista del fluido novelístico, sino que ha sufrido una mutación para integrarse como una pieza más en el engranaje narrativo y colocarse al servicio del mecanismo narrativo-literario en conjunto.

A diferencia de lo que sucede en la novela clásica –el argumento y la trama obedecen a la lógica– en la cuántica los parámetros espaciales y temporales alumbran ilimitadas variaciones de un acontecimiento. Todo el eje narrativo se supedita a la interpretación subjetiva y también, por ello, a las dudas, ya que los sucesos y el devenir de los personajes se presentan ahora como puntos en el marco de lo espacio-temporal.

Pasado y futuro son tan reales y presentes como el presente propiamente dicho. Se ha dinamitado el espacio-tiempo clásico, se ha reprogramado como un espaciotiempo mucho más interesante. Entre este tipo de novelas puedo citar como ejemplares Austerlitz (Anagrama) de W. G. Sebald, o tres del autor albanés Ismaíl Kadare: Spiritus, La cena equivocada y El accidente —todas ellas publicadas en Alianza Editorial—, por citar algunas novelas ya del nuevo siglo XXI.

Un análisis de Spiritus puedes encontrarlo aquí:


En un intento de cristalizar todas estas ideas, en el año 1998 apareció publicado en España el libro El cadáver de Balzac: Una visión cuántica de la literatura y el Arte (Epígono), de Gregorio Morales. El texto pasa por ser el manifiesto fundacional de la estética cuántica en España, al que le siguió el nacimiento del Grupo de Estética Cuántica, apoyado por algunas publicaciones en revistas filológicas americanas. Sin embargo, tal vez por el fallecimiento repentino de Morales, o porque El cadáver de Balzac se perdía en laberintos teóricos y críticos sobre la creación y el arte, la literatura cuántica quedo aparcada en España. Además, las novelas cuánticas de Morales, incluso una obra de teatro cuántica sobre Marilyn Monroe, fueron editadas en editoriales pequeñas y actualmente son casi imposibles de localizar.

La teoría cuántica propone una nueva estética que


“parte del hecho de que la realidad no sólo no se agota en las apariencias, sino que puede conculcar las leyes que consideremos sensatas; el mundo continúa más allá de donde hasta ahora lo habíamos creído y lo hace de forma no familiar, vulnerando el espacio, el tiempo y la causalidad” (Morales, 1998: 16).



La aplicación de esta nueva estética a la literatura, en donde los materiales de trabajo del escritor son, básicamente, el tratamiento del tiempo y del espacio, parte más de una necesidad del avance científico técnico que de un mero modismo, aunque, para ofrecer el justo contrapunto, no puedo dejar de citar la obra de Alan Sokal y Jean Bricmont con el significativo título Imposturas intelectuales (Paidós Ibérica), en donde ofrecen su propia y particular lectura de la aplicación de ciertas ciencias a las artes, entre ellas la física cuántica, concluyendo que muchas veces se toman estas teorías como un paraguas en donde refugiarse para, finalmente, no aportar nada novedoso.

Por ello, es cuestión de lector, cuando se aproxime a una novela cuántica, concluir que parte existe de palabrería en todo esto, y cuánto de talento. Los textos que yo recomiendo en esta columna son, sin la menor duda, algunas de las mayores obras maestras de la Literatura.

Espero que todas estas teorías que he expuesto ayuden a aclarar qué es la literatura cuántica, y que definan los motivos por los que considero a Borges y Cortazar como autores cuánticos. Si quedase alguna duda, aparte de recordar el inmenso puzle que es la novela Rayuela, podemos echar un vistazo a relatos cortazarianos como Continuidad en los parques, Las babas del diablo o La noche boca arriba, y gran cantidad de cuentos borgianos tales como El otro, El jardín de los senderos que se bifurcan o La biblioteca de Babel, donde lo laberintico y lo recursivo, el eterno retorno, la alternancia de planos temporales, y los saltos cuánticos, crean un universo propio. Puedes consultar aquí algunos análisis míos de estos relatos, aplicando la plantilla cuántica:


Y no sólo estos dos argentinos representan esta corriente, que es toda una forma de narrar y novelizar, y en la que podemos incluir a escritores como Kafka, Faulkner, Joyce… y un larguísimo etcétera. Hace muchos años, ya expuse mis intenciones de abordar una teoría literaria cuántica ante los alumnos de una clase de Master de Literatura Hispanoamericana, con motivo de mi análisis de El recurso del método (Alianza Editorial), novela de Alejo Carpentier. Entonces, fui interrogado por aquellos muchachos poco menos que como un chalado. Afortunadamente, en la Universidad de San Jose de Costa Rica he encontrado un auditorio algo más moderno y abierto; ya estoy preparando mi segunda videoconferencia sobre el tema, que daré el próximo día 31 de agosto, ¡bendito mes cuántico!

El tema es apasionante, la renovación de la novela se encuentra en la manera de quebrantar antiguos moldes, en generar novedosas formas de narrar…, y como muestra de la inmensa riqueza que destilan todas estas teorías, dejaré para una futura columna —que tal vez sea escrita en el pasado o en el presente, o en ambos a la vez—, mis digresiones sobre otro tipo de literatura que se contiene dentro de la cuántica: la literatura de fractales. Pero eso ya será en otro plano temporal.


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