jueves, 7 de septiembre de 2017

Paul Weller, el marciano que aterrizó en Woking



*Este artículo apareció en el sitio achtungmag:

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Paul Weller, el marciano que aterrizó en Woking

Paul Weller ofrecerá dos conciertos en España durante este mes de septiembre. El día 14 tocará en Barcelona y el 15 lo hará en Madrid. Con motivo de esta visita, Achtungmag os ofrece una serie de especiales sobre el músico. En esta primera entrega repasaremos de una forma global su carrera, que se ha dividido en tres etapas: con The Jam, con The Style Council, y en solitario.

Paul Weller nació en Woking, a unos 37 kilómetros de Londres, ciudad perteneciente al condado de Surrey que, antes de hacerse célebre con el éxito de las composiciones del británico, era conocida por ser el lugar de residencia del escritor de ciencia ficción H. G. Wells, cuyas novelas La máquina del tiempo (Valdemar), La isla del Doctor Moreau (Alianza Editorial), El hombre invisible (Alfaguara) y La guerra de los mundos (Alianza Editorial) significaron grandes éxitos en su época.
Y precisamente será en La guerra de los mundos, cuando inmortalice a Woking para siempre: el autor lo elegirá como uno de los lugares de aterrizaje de las naves extraterrestres que inician la invasión.

Aquello, fue en 1898. Muchos años después, en 1958, otro marciano nacía en Woking. Se trataba de John William Weller, conocido en el mundo de la música como Paul Weller; y marciano, sí, por lo portentoso de su talento a la hora de componer canciones plenas de vida, pegadizas y con unas construcciones impecables, circunstancia que le ha llevado a ser uno de los artistas ingleses más reconocidos, figura capital de la cultura británica.

El joven Paul siempre se mostró inclinado a la música, especialmente por la de los Beatles y The Who. Aunque sus padres eran de extracción baja, no dudaron en hacer todo tipo de sacrificios para apoyar al muchacho, e incluso le compraron una de sus primeras guitarras. Tal era la confianza que tenían en él, que el padre, John Weller, se convirtió en su manager desde el primer momento, y ya lo fue toda la vida, hasta su fallecimiento en 2009.

Después de unos principios titubeantes, la formación definitiva del primer grupo importante de Weller, The Jam, cristalizaría en 1976, y apenas un año después, el primer disco de la banda aparecería en el mercado bajo los auspicios del sello Polydor: In the City. El recibimiento del debut de la banda fue positivo, y algunas de las canciones del álbum se convirtieron muy pronto en himnos del panorama punk tumultuoso y revuelto que se había desencadenado en Gran Bretaña. Además de la canción que le da nombre al disco, Away From The Numbers o Art School mostraban el camino por donde iría el grupo, al menos en esos primeros años.


Después de un segundo trabajo, This Is The Modern World, todavía enraizado en el punk, pero de tono mucho más reposado que In The City, la banda firmó All Mod Cons, el disco que los consagró, en parte gracias a temas como Down At The Tube Station At Midnight, donde Weller demostraba toda su capacidad para contar historias cotidianas en sus canciones.


Sin embargo, y tras tres exitosos discos como fueron Setting Sons, Sound Affects y The Gift, plagados de canciones que ya forman parte de los clásicos, Weller entendió que la banda había tocado su techo, que el proyecto estaba agotado, y que era momento de experimentar con nuevas formas musicales que afirmaran su evolución.

Lo que Paul Weller buscaba era un grupo que le permitiera mayor libertad a la hora de componer temas con reminiscencias soul, funk e incluso con toques de jazz. Para ello, fundó The Style Council, junto al teclista Mick Talbot y el batería Steve White. El grupo, sólidamente apoyado en el virtuosismo musical de sus integrantes y en una compleja y laboriosa tarea de imagen, consiguió labrarse una reputación dentro del pop sofisticado y el Art Pop, gracias a composiciones que fusionaban bajos funk, guitarras eléctricas suaves, ritmos de bossa novas, y todo ello salpicado de ritmos de jazz, de soul y con una pizca de disco.


Como resultado, una cantidad de canciones inolvidables: Shout To The Top, The Lodgers, Walls Come Tumbling Down!, My Ever Changing Moods o Long Hot Summer. Después de cinco discos, en donde Our Favourite Shop fue su obra maestra, la deriva de Weller hacia la música house le llevó a un enfrentamiento con la discográfica Polydor, que rechazo el  que debería ser el siguiente disco del grupo. Ese fue el momento para deshacer The Style Council y, embarcado en sellos independientes, iniciar su carrera en solitario.


Será esta carrera en solitario el periodo más largo y fructífero de Paul Weller, a pesar de todo lo que ya había conseguido. Su álbum de debut, que lleva su propio nombre, es una obra maestra en donde se pueden encontrar todavía muchos ecos de The Style Council, pero también un apuesta mucho más forma por el estilo jazzy.

Sin embargo, serán su segundo y tercer trabajos en solitario, de nuevo guiados por la senda de la genialidad, los que lo consagrarán como un solista que a menudo será comparado, ya, con Neil Young, Steve Winwood y Van Morrison, al respecto de la calidad de sus discos y su dilatada carrera, por su calidad compositiva y por la fidelidad y honestidad en sus planteamientos.

De esa forma, Wild Wood, Stanley Road y Heavy Soul, marcarán el rumbo definitivo de la música de Weller. Composiciones complejas con guitarras eléctricas que van derivando hacia el rock potente, como si música se volviera más cruda paulatinamente. El éxito de crítica y público ratifican a Paul como uno de los compositores más importantes de la música popular inglesa, lo que es mucho decir, y continúa sumando trabajos en solitario a su discografía.

La primera década de los 2000 vera el alumbramiento de nueve discos más de Paul Weller. Algunos de ellos son deslumbrantes, como Saturns Pattern y el más reciente, A Kind Revolution. La lista de canciones inolvidables es enorme: From The Floorboards Up, I´m Where I Should Be, White Sky, y las más recientes Woo Sé Mama o Long Long Road. Además, Weller realiza numerosos conciertos y giras, recorriendo prácticamente el mundo entero. Sus shows en directo son todo un regalo eléctrico, plagados de fuerza y acompañados de una banda sobresaliente.


La carrera interminable de este músico no parece resentirse. Después de dos bandas legendarias y una etapa como solista abrumadora, acaba de firmar una banda sonora para la película Jawbond, donde su canción estrella, The Balad Of Jimmy McCabbe, tal vez sea una de las mejores composiciones de Weller. Algo que nos anuncia que el futuro será, acaso, sólo el principio de la historia musical de este marciano del rock.


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